domingo, 7 de abril de 2013

Cuentos del cuervo de Arabel

Una desapacible noche de marzo, el señor Jones, taxista londinense, atropella un bulto negro
que resulta ser un cuervo. Intenta reanimar al ave dándole coñac, pero no lo consigue. Se lo
lleva a casa y lo mete en la nevera. Allí lo descubre por la mañana la señora Jones, vivito y
coleando y con el consiguiente desaguisado entre los alimentos. Arabel, la pequeña hija de los
Jones, se encariña con el cuervo y le pone como nombre Mortimer.
Desde entonces Arabel y Mortimer se harán inseparables por cariño y por necesidad: si Arabel
no está cerca, Mortimer puede realizar grandes desastres en familia, en la calle etc... Menos
mal que la desaparición de un valioso broche de diamantes de una joyería del barrio origina la
intervención del cuervo que no duda en perseguir a los ladrones hasta el metro y recuperar la
carísima joya. Desde ese momento, Mortimer comienza a ser valorado por los que le rodean. 

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